Pocos canarios tan importantes para la historia han sido tan ignorados por sus paisanos como
Antonio José Ruíz de Padrón, un gomero nacido en 1757 en el seno de una familia más o menos acomodada. Tras iniciarse en el estudio del latín y las humanidades con el cura local, fue a La Laguna para ampliar sus estudios con los franciscanos, orden en la que acabó ingresando. En 1785, por influencia de un tío suyo, partió hacia la Habana pero, por esos azares que tiene el destino, el barco acabó arribando a las costas de Filadelfia en donde permaneció durante algún tiempo. Por aquellos años
Benjamín Franklin residía en aquella ciudad y acudía a una tertulia religiosa en la que, además de importantes miembros de la Iglesia Reformada, acabó siendo un asiduo el sacerdote gomero. En dicha tertulia, dicen los historiadores, fue dónde Ruíz de Padrón comprendió que la Inquisición era una institución que no se sostenía desde el punto de vista de los Evangelios y qué, por eso y por su crueldad, merecía ser abolida.
Según Algueró Cuervo, Estas argumentaciones lo llevaron a pronunciar en la iglesia católica de Filadelfia un discurso sobre la tolerancia, que fue recibido con una gran admiración. Dicho discurso fue traducido al inglés, y abrió a Ruíz de Padrón gran cantidad de puertas, llegando incluso a participar en la Junta que consiguió que el Papa Pío VI creara el obispado de Filadelfia.
En 1789, llega, por fin, a La Habana, donde impresionado por la esclavitud que existía en la isla, escribe importantes críticas sobre el tema y predica encendidos sermones lo que consigue irritar a las élites dominantes en la que se granjea poderosos enemigos. Es por ello por lo que decide trasladarse a Madrid. Posteriormente, y con el permiso papal, emprende un viaje por Europa regresando a España en 1802.
Tras la invasión napoleónica y durante la Guerra de la Independencia (1808-1814) las revueltas populares desembocan en la creación de Juntas Locales y Regionales de Defensa. En septiembre otorgan la dirección suprema a la
Junta Central Suprema, que se creó tras la derrota francesa en la
Batalla de Bailén. Esta ordenó mediante decreto la celebración de Cortes Extraordinarias y Constituyentes, rompiendo con el protocolo según el cual sólo el rey tenía la potestad de convocarlas. Así, el 24 de septiembre de 1810 se celebró la primera sesión de las llamadas Cortes de Cádiz.
Antonio José Ruíz de Padrón, a partir del 13 de diciembre de 1811, se incorpora a ésta como representante de las islas de señorío (El Hierro, La Gomera, Fuerteventura y Lanzarote)
Como diputado de las Cortes Constituyentes participó en la redacción de la
Constitución española de 1812 de la que fue signatario. Además, debido a su iniciativa, por 90 votos a 70, el día 22 de febrero de 1813 cuando, las Cortes de Cádiz acordaron abolir el Tribunal del Santo Oficio.
El conjunto de su obra de carácter político puede leerse en la recopilación que la editorial Idea publicó con el título: "De las Cortes de Cádiz al Trienio Liberal" que incluye desde el famoso Dictamen sobre la Inquisición a sus intervenciones en las Cortes, pasando por el discurso sobre el voto de Santiago y otros textos.Hoy se cumplen 200 años de la aprobación de la Costitución de Cádiz de 1812.