04 agosto 2011

Cabeza de León (III): La batalla

En las dos entradas anteriores (I y II) habíamos dejado a la flota inglesa a las puertas de Tenerife el 21 de julio de 1797 . Asimismo, se hizo un somero repaso de los medios militares de ambos contendientes que se resumen a continuación:

Ingleses: Cuatro navíos de alto bordo y cinco fragatas con una fuerza artillera de casi cuatrocientos cañones y más de 1.000 soldados de tropa de desembarco formando la tropa total más de 1.500 profesionales.

Españoles: 1669 defensores, en las que destacan las tropas regulares del Batallón de Infantería de Canarias (247 unidades) y los Franceses de La Mutine (110 efectivos) El resto estaba formado por voluntarios y veteranos. A su vez se contaba con 16 plazas defensivas entre castillos, fortines y reductos con una fuerza artillera de 84 cañones y 7 morteros servidos por 387 artilleros.

Miniatura realizada por Antonio Zapatero Guardini y Agustín Pacheco Fernández
en el que se muestra a dos miembros del Batallón de Infantería de Canarias (de blanco) a un Miliciano Distinguido (a la izquierda) un Granadero (derecha) y un miliciano (en el centro)

Asimismo, cabe destacar que el conocimiento cartográfico de la ciudad por parte de los atacantes era muy precario (ver croquis de Nelson en la entrada anterior) mientras que en el bando defensor se contaba con una cartografía altamente detallada así como un cuidadoso plan de defensa en el que el conocimiento del medio había sido muy tenido en cuenta. Esta cuestión y una serie de malas decisiones de los ingleses fue determinante en el resultado de la Batalla.

Así, el día 22 de julio de 1797, 900 soldados ingleses desembarcan al este de la ciudad, más allá de Paso Alto, con objeto de flanquear las posiciones defensivas y atacarlas por la retaguardia, con el apoyo de la artillería desde el mar. La idea, no cabe duda, era buena salvo por el pequeño detalle de que, tras la montaña de La Jurada, se encontraron con un barranco que no conocían así como con un destacamento isleño que se había posicionado al otro lado del mismo, puesto que el sistema de vigilancia establecido en el plan los habían detectado. Como resultado de estos inconvenientes tuvieron que volverse al mar.

El día 23 de julio transcurrió entre preparativos de ambas partes. Suponemos que ante estos imprevistos Nelson decidió tomarse un tiempo para planificar un nuevo asalto. Este tiempo fue empleado por la defensa de la ciudad para reorganizar la disposición de los efectivos disponibles.

El día 24 de julio, la flota inglesa bombardea con gran intensidad la posición de Paso Alto así como el resto de reductos del este de la ciudad. Con este bombardeo, Nelson pretendía ejecutar una celada que consistía en concentrar las fuerzas defensivas en estas posiciones para desembarcar en el centro de la ciudad junto al Castillo de San Cristóbal (actualmente bajo la Plaza de España) para así apoderarse de la posición más importante de la ciudad y provocar así su rendición.

Un momento de la batalla recreado por la Asociación Histórico Cultural
Gesta del 25 de julio de 1797
. De blanco el Batallón de Infantería de Canarias.
De rojo con chaqueta azul Cuerpo de Voluntarios Distinguidos


En la noche de ese mismo 24 de julio, se produjo, con el mayor sigilo, el desembarco en la playa anexa al Castillo de San Cristóbal. Sin embargo, las tropas isleñas que esperaban un movimiento de este tipo las detectaron y, por tanto, activaron el plan de defensa. Entonces, se estableció un importante intercambio de fuego artillero entre ambos bandos. Los ingleses lograron tomar la cabeza de la playa, así como la batería defensiva que estaba en el pequeño embarcadero anexo. No obstante, debido al reducido tamaño de la zona se produjo un importante tapón que dificultaba las operaciones de las tropas (unos mil soldados ingleses se apelotonaban en esta pequeña zona costera entre los que habían tomado tierra y los que estaban en las lanchas) Este fue el comienzo de su fin.

El comentado caos, fue propicio para que las posiciones de la artillería del Castillo de San Cristóbal y los reductos cercanos abrieran fuego contra la tropa inglesa, produciendo importantes bajas en la misma. En su auxilio, acudió el barco Cutter Fox cuyas dificultades en la zona eran evidentes debido a que su gran calado lo hacían muy vulnerable en una zona de baja profundidad. Fue, por tanto, fácil para la artillería hacer blanco y hundirlo.

Para empeorar la situación de los británicos, Nelson se subió en una barcaza de desembarco para alentar a la tropa a continuar con la toma de la ciudad. El resultado de dicho acto fue que, éste, cayó herido por un disparo del célebre cañón Tigre. Como resultado de la infección de sus heridas, el doctor del ejército invasor tuvo que amputarle el brazo.

Ante la presión de la defensa, con numerosas bajas y con el líder críticamente herido, los ingleses que habían sobrevivido a la toma de la playa se dividieron en dos grupos que se adentraron por separado en la ciudad (ver esquema) esperando ser auxiliados por refuerzos. Eso nunca sucedió y tuvieron que rendirse en la mañana del 25 de julio de 1797.

Plano en el que esquematiza el recorrido de los dos grupos
de ingleses que se adentraron en Santa Cruz (pinchar para aumentar)


El resultado final, según los estadillos que se aún se conservan fue el siguiente:

Por parte de los ingleses, 145 muertos y 105 heridos de distinta consideración. Aunque a este número se debe sumar los 180 tripulantes del Cutter Fox que no aparecen en dichos estadillos pues, Nelson, consideró que no habían entrado en combate.

Por parte española, murieron 25 combatientes y fueron heridos 37. En el Museo Militar Regional de Canarias se conserva el nombre de los que dieron su vida por la defensa de Santa Cruz de Tenerife:

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