En noviembre del año pasado estuve en Sicilia. Lo que más me sorprendió de esta isla, es la elegancia de sus gentes. Los campesinos, cuando hacen un cuarto de apero, lo hacen bien. Normalmente son de planta rectangular y sus proporciones transmiten sensación de sencillez y robustez. Igualmente, se caracterizan por sus columnatas dóricas que descansan sobre una plataforma escalonada (que no parece muy funcional para introducir la maquinaria en el almacén, pero bueno, queda bonito) y por presentar un capitel dividido en tres piezas muy decorativas. Sin embargo, es palpable que han sacrificado la estética al incluir una especie de viga gruesa y lisa que recorre toda la alineación de columnas, sirviendo como riostra. La siguiente foto, la saqué en un cultivo de olivos de Agrigento.
Además, entre sus gentes, la preocupación por la seguridad y salud en el trabajo es muy grande. No en vano, en el campo y en la construcción emplean una especie de casco metálico que seguramente usen con gafas, ya que no tiene visera ni ningún otro elemento que proteja los ojos. La foto la saqué en un museo de la misma localidad.
No obstante, son un poco guarros porque, cuando terminan de construir, no retiran los materiales a vertedero autorizado y lo dejan todo por ahí tirado:
¿Quizás, tenía que haberle hecho caso a mi mujer y haber comprado una guía?
3 comentarios:
Menuda se lió en Agrigento entre romanos y cartagineses.
Yo las gafas esas me las pondría cada mañana en el metro. Seguro que consigo que nadie me impida entrar en un vagón lleno.
Jejeje, Ricardo, quiero un poco de lo que fumas :-p Y sí, la próxima vez haga caso a su señora y cómprese una guía, más mejor va a ser.
Seguro que la partida para Limpieza y terminación de las obras, conforme a lo dispuesto por la Orden circular 15/2003, se la mamó el contratista porque desde el día que fue el político de turno a hacerse la foto con el Muevo Apero totalmente acabado nadie de la contrata puso un pie en la obra.
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