En 1492 Los Reyes Católicos, mediante el
Edicto de Granada, ordenaban salir con carácter definitivo y sin excepción a todos los judíos, no sólo de los reinos peninsulares, sino de todos aquellos territorios que se encontraran bajo su poder. Esta orden de expulsión no sólo tuvo consecuencias económicas, científicas y demográficas en España sino que, también, las tuvo en buena parte de Europa mediante la propagación de una nueva diáspora judía. Aunque parezca mentira, las ondas expansivas de este hecho histórico se expanden hasta la actualidad y su reflejo es palpable en La República de Turquía.
El mismo año de la expulsión, un buen número de judíos españoles empezaron a llegar a la ciudad Griega de Salónica (entonces dentro del Imperio Otomano) procedentes de Mallorca. Posteriormente, se les unieron en 1493 los sefardíes procedentes de Castilla y de Sicilia, y, en los años siguientes, de otros lugares, como Aragón, Valencia, Calabria, Venecia, Apulia, Provenza y Nápoles. A todos ellos se le sumaron los
Asquenazíes y otras comunidades judías dando lugar a la única ciudad europea con mayoría de dicha comunidad religiosa, mayoría que perduraría hasta la Segunda Guerra Mundial.
Así, el judaísmo de Salónica fue muy dinámico debido a los continuos aportes que se fueron asentando en la misma. Dentro de estas corrientes, en el Siglo XV, se expandieron las ideas que predicaban la llegada del nuevo mesías que, a su vez, marcaba la llegada del fin del mundo. Fue en este contexto en el que hizo acto de presencia un rabino sefardí procedente de Esmirna llamado
Shabbethai Ẓebi 
Tras ser expulsado de su ciudad natal, llegó a Salónica, donde alcanzó una extraordinaria reputación de sabio y cabalista, llegando a tener un buen número de seguidores judeoespañoles en la sinagoga Shalom. Así, cuando su popularidad estaba en lo más alto, se presentó como el mesías hijo de David
(En la foto de la izquierda, tomada de la Enciclopedia Judía, se le puede ver entronizado) Por supuesto que, esta afirmación le valió la expulsión de la ciudad por el Consejo Rabínico Federal y condujo sus huesos frente al Sultán. Allí, en Constantinopla, Shabbethai Zebi tuvo que elegir entre su fe y su vida y, por supuesto, como era una persona inteligente eligió la vida y se convirtió al Islam, tomando el nombre de
Aziz Mehmed Effendi. Por supuesto, esto produjo una gran conmoción entre sus seguidores. Algunos lo abandonaron y volvieron al judaísmo ortodoxo pero otros se convirtieron al Islam y hubo quienes, aún conservando nominalmente su religión, continuaron en secreto practicando las enseñanzas del rabino converso.
De esta manera, en Salónica, algunos cientos de familias de entre las más ricas de la ciudad optaron por abrazar el Islam en 1685, sin que El Consejo Rabínico pudiese hacer nada (estamos en el Imperio Otomano) Desde entonces, constituyeron un nuevo componente de la vida religiosa de la ciudad, separados de los judíos y del resto de musulmanes lo que dio lugar a la constitución de la secta
dönme (sabetianos), quienes fueron muy activos en el campo educativo.
El Rabino Shabbethai Zebi
ya convertido al Islam La comunidad judia y sabetiana de salónica contribuyó, a partir del siglo XVIII, a la introducción de las ideas modernizadoras occidentales entre las élites otomanas. Así, como consecuencia de las nuevas ideas nació, a finales del XIX, el movimiento de los Jóvenes Turcos cuyos principales líderes habían estudiado en las escuelas sabetianas de Salónica y Estambul, desafiando al poder del imperio hasta ponerlo contra las cuerdas y llegando al gobierno a principios del siglo XX (1908-1918). A ellos se le unió un joven llamado
Mustafá Kemal quien también había estudiado en las escuelas sabetianas (Escuela de Semsi Efendi) y que, finalmente, encabezó el movimiento por el cual se termina derrocando las viejas estructuras del Imperio Otomano y se funda la República de Turqía en 1923 dando lugar a un estado laico que adoptó el alfabeto y el calendario occidental.
Mustafá Kemal (Ataturk)
Primer presidente de la República de Turquía